Esta vez, en Eurovisión, ganó la reputación negativa. En concreto, de la delegación italiana, que fue acusada de consumir cocaína en el propio festival.
La noticia corrió como la pólvora no sólo en Twitter, sino en toda la red y sistemas de mensajería desde la madrugada y todo el domingo.
La lección es que cualquier asunto reputacional de gran impacto, como este, no se puede PARAR. Es imposible.
Ante una situación similar, imprevista, el equipo de protección reputacional que monitoriza debe advertir que el contenido está teniendo mucho impacto y convocar al comité de crisis.
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